De: La Frikipedia, la enciclopedia extremadamente seria. De: La Frikipedia, la enciclopedia extremadamente seria.
| De la serie Superhéroes: | |||
| Juana de Arco | |||
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| Nacimiento: | 6 de enero de 1412 | ||
| Muerte: | 30 de mayo de 1431 | ||
| Superpoderes: | Invocar a su Dios y matar a cualquiera. | ||
| Debilidad: | | ||
| Asistente | Gilles de Rais | ||
| Notas: | Era | ||
Juana de Arco, también conocida como la doncella de Orleans o la Putelle, fue una peligrosa hereje francesa reconvertida luego (sólo 500 años después de su muerte) en santa y tía buena, que luchó durante la Guerra interminable de los Cien malditos años a favor del delfín de Francia pensándose que era un animalito tan mono de esos. Luego vio que no era así y cayó en manos de soldados trasgos al servicio de Inglaterra, que la llevaron a la ciudad de Ruán, en la Francia ocupada y allí la Santa Inquisición la sometió a juicio por ser travesti, escuchar folk rock flamenco en lugar de canto gregoriano y fumar porros (de ahí sus visiones) y la castigó a ser cocida a fuego lento en la hoguera.
Juana no tenía ni puñetera idea de luchar ni de dirigir ejércitos, pero odiaba a los ingleses después de haber visto Braveheart, película con la que lloró mucho. Con la ayuda de una compañía de amigos en plan "La compañía del anillo" que la seguían a todas partes deseosos de meterse en la cama con ella, iba por toda Francia tumbando castillos ingleses, liberando a los campesinos y montando unas movidas grandísimas en posadas, tabernas y algún que otro convento. Sus principales enemigos eran inglesotes malos, feos y gordos, y alguno además era bajito, calvo, sin dientes y barbudo, eso sí, tenían mejores catapultas y más flechas y eran más divertidos.
Entre los brutos amigotes de Juan destacan La Hire, un rockero heavy metido a caballero, Gilles de Rais, que era el que estaba más colado por ella y que cuando fue asada viva se trastocó y fue por allí comiéndose niños; y Jean D’Aulon, lameculos y escudero de Juana (también estaba colado por ella, pero en menor grado, sólo la utilizaba para hacerse pajas).
En una época llena de catedrales góticas, caballeretes con armaduras, trovadores gays, campesinos que se creían que de noche las gárgolas de las iglesias cobraban vida e iban en busca de sangre fresca, nació Juana. Eran tiempos difíciles para Francia. La mitad estaba dominada por esos hijo de la… Gran Bretaña, que mancillaban el honor francés organizando cazas de zorro y torneos de tiro con arco en Pagí y las ciudades tradicionales francesas, como Chartres o Picaddilly. Los inglesotes habían entrado en Francia cien años atrás con al excusa: “Por que yo lo valgo” y se habían quedado.
En 1415, el rey Enrique V de Inglaterra, con sus dos lugartenientes, Bilbo Bolsón (¿acaso dudabais de que fuera inglés?) y el señor Jagrid de Joguarts, llegó a Francia con seis mil arqueros de tiro largo de élite mejorados con las tonterías de la herrería del Age of Empires. Hizo bastante de las suyas por Francia, pero en Harfleur, la viruela los pilló a todos y tuvieron que poner pies en polvorosa siendo perseguidos por una tropa de caballeros enlatados francesitos sedientos de sangre. Con la ayuda del señor y de la flema inglesa, Enrique V dio un discurso en plan “Por la madre patria” y la batalla se ganó a flechazos en los culos franceses, rematando la tarea con un tratado por el que el rey inglés se quedaba Francia entera cuando el franchute la palmara.
Pero los dos murieron pronto de jóvenes (ambos eran amantes de la droga… ¡ah, la droga!... ¡Cuántas vidas nobles se ha llevado!) y nadie tenía ganas de cumplir esas memeces del papelito. Todos pa la guerra sin rechistar. ¡Viva Francia y amén!
Juana creció en una pequeña villa francesa llamada Domrémy, llena de barro, cerdos y cuervos, sede la orden de moteros franceses del Santo Grial, caballeros que se supone defendían Francia de los que la invadían, pero esta vez se habían quedado sin lubricantes para la armadura y estaban fuera de combate. Juana, ante la falta de atención de sus padres (de oficios leñador y prostituta), se lo pasaba pipa en la iglesia, donde iba doce veces al día a confesarse por cosas tan horribles como mirar mal a un corderito y a hablarle de Dios al cura. Este fue el primer caso de una larga serie que nos lleva hasta el reverendo Lovejoy y Ned Flanders. Pero Juana, además, solía frecuentar ambientes marginales donde unos jóvenes timadores vendían porros a los demás niños de la aldea. A Juana le engancharon y comenzó a tener visiones sobre Dios (en realidad era Satanás).
Divagando aquí y allá, llamó la atención a los caballeros moteros del Santo Grial, que creyeron que iba en serio (e iba en serio, pero totalmente colocada) y la escoltaron hasta Chinon, ciudad donde no hay chinos y donde estaba el delfín de Francia, icono sexual de Juana desde siempre (Braveheart era el segundo en la línea y Peter Pan el tercero).
Por el camino fueron atacados por lobos, ingleses, bandidos, borgoñones (franceses malvados aliados de Inglaterra a cambio de un trozo de pastel de fresa y chocolate y una olla de fondué y… está bien, una ejemplar de la revista porno que Lord Talbot, general inglés, distribuía entre la tropa) y tuvieron que atravesar ríos, mares y montañas. Pero al final llegaron a Chinon y pillaron al delfín con las manos en la masa: haciendo una orgía trovadoresca y con unas cuantas damas de la corte y sus mariscales jefes.
Juana convenció al delfín que que Dios tenía charlas filosóficas con ella mediante el uso de instrumentos satánicos como el cepillo de dientes o las tijeras, que causaron gran conmoción en él. Espantadísimo con tales artimañas baratas, le dio a Juana unas mallas, una espada sin punta y dos botas viejas para que salvara Orleans, la única ciudad que aún le quedaba a Francia. Estaba llena de petardos y fallas valencianas, productos muy apreciados en Inglaterra por los relojeros y los carpinteros, y por eso un par de condes de la gran isla habían asediado la ciudad.
Los compañeros de juegos del rey se pusieron al servicio de Juana, ¡desde un punto de vista militar! Juana no sabía ni lo que era una culebrina (seguro que tú tampoco) y creía que los muertos iban al cielo. Por eso una panda de amigotes brutos se unió a ella para ayudarle delicadamente a rompar cuellos y cabezas inglesas. Esos tipejos eran Gilles de Rais, mariscal comeniños apodada barbazul, que pasó a la posteridad por encargarle a Charles Perrault un cuento gótico-gore sobre él mismo donde interpretaba a un vampiro vengativo.
Otro amigote era La Hire, general. Un tipo majete per bruto amante de la sangre cuya palícula favorita era Sleepy Hollow que iba en plan Gimli, destrozando cojones orcos y trasgos con un par de grandes hachas. Había luchado en la batalla de Agincourt en 1415 y había salvado la vida al no vestirse con ropa de marca, por lo que los niños matones que se encargaban de rematar a los caballeros heridos pasaron de él.
El tercer amigo era Jean D'Aulon, caballero de sangre pero escudero en funciones. Era famoso por tardar un minuto en reaccionar cuando alguien la decía algo y por ser un mal imitador real. Su momento de gloria llegó el día que perdió el dinero del rescate de Juana. Era el mejor amigo del delfín, pero sólo hasta que le ganó a una partida del monopoli, versión "Guerra de los Cien Años": quien cae en Ruán tiene que pagar con la cabeza de un primo.
Los tres individuos estos tenían a diez mil soldaditos de más plomo que carne con la moral por las nubes para ir a Orleans a evitar que cayeran en manos inglesas las famosas fallas y esas fuentes de colores tan bonitas. Era uno de los puntos cruciales de la guerra.
Enfrentó a franceses mandados por Juana de Arco contra ingleses mandados por el calvo de la Once y el general Lord Talbot, conocido por creerse en el día de los inocentes que un ovni había abducido París entera, por lo que recibió setenta y seis sopapos. Orleans estaba rodeada de murallas y un río lleno de peces muertos y productos químicos nocivos. Estaban los ingleses, cuyos regimientos habían sido reforzados con trasgos, trolls y borgoñones, en las Tourelles, un castillo plantado en medio del río desde donde los insultos y los chistes del Jaimito hechos en ambas orillas de podían escuchar con facilidad emocional.
Nada más llegar a Orleans, Juana dio la orden de hacerse todos una paja y antes de correrse, atacar en pleno éxtasis para hacer trizas a todos los ingleses. Se hizo así y funcionó a medias, porque aunque los ingleses iban ciegos de hachís y sus espadas estaban melladas de tanto cortar baguettes y jamón con ellas, el colocón era tal que muchos franceses tropezaban y se caían al río. Lord Talbot aprovechó para grabar algunas imagenes y colgarlas en el Youtube. El primer ataque acabó con una lluvia de rocas sobre los franceses, algunos de los cuales acabaron aplastados.
Los prisioneros fueron obligados a montar un Vodevil para Lord Talbot y el cura manchego que lo secundaba. La obra se llamó "King Kong" y tuvo mucho exito entre la soldadesca inglesa y borgoñona durante toda la batalla. Obtuvo especialmente buenas críticas por parte de dos trasgos que la vieron 200 veces seguidas y luego murieron. En el campamento francés se organizó un partido de furbo con garrotes para fomentar al compañerismo, y Juana hizo de portera suplente.
Después del fiasco del primer ataque, este segundo se preparó a conciencia. Juana le pidió a Jean D'Aulon que le leyera el manual militar más famoso de la época: "Medieval Total War". De ahí Juana sacó un montón de ideas, como lanzar cabezas cortadas con catapultas, usar torres de asedio para cargarse la puerta de la muralla inglesa y repetir el efecto paja. Lord Talbot estaba leyéndose el manual del Call of Duty 4, su libro favorito, cuando atacaron los franceses por sorpresa. Dentro de las Tourelles se estaban celebrando torneos de póker y concursos de baile, pero todos fueron suspendidos por el asalto.
Los cocineros ingleses comenzaron a usar al aceite hirviente que preparaban para la ración diaria de tortillas a la francesa como arma contra-francesa. Muchos gabachillos acabaron escaldados y saltando al río, pero con un ariete de doce metros, Juana sola se cargó la puerta del castillo y los franceses entraron adentro. Los trasgos se hicieron el hara-kiri antes que ser capturados, y Lord Talbot se suicidó hundiendo la cabeza en un retrete tras beberse dos botellas de licor escocés.
En total hubo dos prisioneros, los demás huyeron tirándose al río y escapando a nado hasta Saint Nazaire, lo que suponía una semanita de brazadas. Los habitantes de Orleans celebraron el triunfo quemando las fallas junto con los dos prisioneros ingleses y lanzando doce tracas de petardos. El delfín, al enterarse, se puso más contento que el día en que le lanzó una indirecta a Enrique VI de Inglaterra y le dio a Juana dos galletas de chocolate como recompensa.
Después de ganar la batalla de Orleans y conseguir que los ingleses volvieran a Inglaterra metiéndoles la duda sobre si habían dejado el gas abierto o cerrado, Juana comenzó a creerse un poco el cuento y se aficionó al sadomasoquismo y al bondage. Además le estaba gustando lo de der travesti, así que le pidió al delfín dinero y hombres para liberar París como en la Segunda Guerra Mundial. El delfín andaba algo escaso de pasta, ya que se rquería mucho dinero para su colección de espadas de Toledo y barajas de póker, así que le dio a Juana un botón y tres monedas de veinticinco pesetas para que reclutase gente.
Juana pensaba que estando tan buena y teniendo a cien soldaditos y a Gilles de Rais podría volver a ganar a los igleses, esta vez liderados por John Falstof, primo segundo por parte de padre y primo tercero por parte madre de Willie (de los Simpsons), decimoséptimo rey de Esocia. Como en Pagí había mucha tropa inglesa con ganas de gastar la paga en putis y comida tradicional de la región, Juana perdió en París. Las escaleras que llevaba para subir arriba del todo de las torres eran muy cortas, y mientras fabricaban otras, Gilles de Rais ya se había ido pa casita.
Juana cogió una depresión por ello y le montó un pollo monumental al delfín (no sé por que lo llamó delfín si ya era reyezuelo). Este pobre se asustó un poquito y le cogió miedo a Juana, sobre todo porque le gustaba el folk flamenco y llevaba tres horas sin confesarse. Con sus amiguetes los consejeros Pinky y Cerebro, siempre maquinando para dominar el mundo, urdió un plan par que los borgoñones capturaran a Juana cuando iba de visita a ver a La Hire, que tras el tropezón de Pagí se había quedado en casa viendo su película favorita, "Las dos torres" y comiendo hamburguesas.
Los infalibles planes de Pascual Maragall o Ralf Schumacher, pero Jagrid decretó con ayuda del hermano pequeño del rey una caza de tramposos que le hacían la competencia.
La Santa Inquisición interrogó y juzgó a Juana sobre sus herejías y su actitud salida. Acudieron observadores de la ONU y algún que otro agente del KGB para tener en alerta al soberano del sucado de Veliki Novgorod, Vladimir I Putin. Los tipejos que interrogaron a Juana eran casi todos abueletes aficionados a lus puros y al brandy veteranos de la segunda batalla de Poitiers (1386) que se habían unido a la tropa inquisitorial del famoso cardenal Richelieu.
A Juana le hicieron el test de frikismo y le salió la soprendente cifra de -12,1334%, lo que quería decir que hablaba frecuentemente con Dios, los fantasmas y que estaba enamorada de Jesús de Nazaret o de alguien más poderoso (Tomás de Torquemada). Por todo ello, pero sobre todo porque era travesti, la condenaron a morir asada en la hoguera entre risas satánicas de Jagrid.
Tomando como inspiración suprema las fallas valencianas de Orleans, los ingleses montaron todo un espectáculo más grande y todo que la Fórmula 1. Trajeron especialmente desde Inglaterra gasolina sin plomo 98 para encender la hoguera. Ataron a Juana con cadenas y el verdugo, que resultó ser un jovencísimo Manuel Fraga, que ya en esos años lo pasaba a lo grande de la mano de históricos como Juan sin Tierra, Napoleón... en un pis pas de Juana sólo quedaban un montón de cenizas y Jagrid y los ingleses bailaban la polka tradicional del ejército inglés mientras cantaban el "God save the queen". Pero Dios se vengó de ellos por quemar a una tía buena como Juana...
Gilles de Rais había planeado un ataque a Ruán para rescatar a Juana, pero se equivocó de camino y llegó tarde a Ruán. Cuando vio las cenizas de Juana cogió a un niño que pasaba por ahí contanto chistes verdes sobre Juana y se lo comió de un bocado. Le gustó tanto que le cogió afición al juego y se dedicó a comerse niños... ñam ñam... Pero La Hire y otros amigotes bestias de Juana atacaron a los ingleses en Gascuña y utilizando el Blitzkrieg vengaron a Juana cepillándose a dos mil o seis mil orcos y borgoñones. Y con la gracia de Dios y las artimañas de Pinky y Cerebro, Francia ganó la Guerra de los Cien Años.
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